31 de marzo de 2015

El efecto Marcus - Jussi Adler-Olsen


¡¿Por qué?! ¿Por qué se acaban tan pronto? ¿Por qué hay que esperar tanto al siguiente? (especialmente cuando tu amiga tulipana te hace el chincha rabiña cara de piña y te dice que en Holanda saldrá el siguiente este verano)

Pues ya está finiquitado "El efecto Marcus", el quinto libro de la serie del Departamento Q. Volvemos a tener a Carl, Assad y Rose a nuestra disposición en una novela que no se adentra en el pasado lejano como las anteriores pero que es igualmente trepidante. 

William Stark, un funcionario encargado de varios proyectos de cooperación internacional en África, desaparece al volver de un viaje con las sospechas de que hay algo raro en el proyecto de Dja. 

Marcus es un chaval de quince años, inmigrante irregular en Suecia, perteneciente a un clan que lidera Zola, un cabrón que se dedica a explotar a estos inmigrantes para que roben carteras y mendiguen por la ciudad. Marcus es hijo de otro de los miembros del clan, pero no por ello tiene privilegio alguno. Una noche, Marcus escucha cómo Zola está dispuesto a dejarlo minusválido para que pueda seguir explotando su cara de niño bueno y Marcus tiene que escapar. En su huida, perseguido por los secuaces de Zola, se esconde en un hueco en la tierra en el que hay un cadáver, el de William Stark, al que Marcus le quita un collar africano con el que luego puede identificarlo en una foto que su hijastra ha puesto por todos lados para encontrar a William. Pero la vida de Marcus no es fácil en la ciudad, porque todos los del clan le buscan, y también las personas que habían ordenado a Zola matar a William Stark... y la historia se va tensando, el círculo se va cerrando en torno a Marcus, al que parece buscar toda la ciudad. 

Y sabremos, de paso, algunos detalles de las vidas de los protagonistas habituales: Carl y sus amores, Rose con sus rarezas y Assad con su vida anterior. Y qué gusto volver a los "o sea" de Assad. 

Total y absolutamente recomendable. 

19 de marzo de 2015

M-I-O - Pablo Gonz


Resumiendo. Un imbécil de 22 años se hunde en la miseria al ser despedido de su trabajo y no encuentra otra solución a su vida que irse a la isla de La Palma a vivir, a ver si se folla a dos noruegas y a fumar puros. Y esto es todo, amigos. 

Cómo esta joya de la nada ha conseguido ganar un premio de novela corta es algo incomprensible. Cómo serían las demás presentadas a concurso. Ese jurado sí que tiene mérito y no los de O.T.

17 de marzo de 2015

La delicadeza - David Foenkinos



Una novelita distinta. Se lee en un suspiro y te deja una sensación de buen rollo que apetece. Salpicada con citas absurdas que tienen que ver con la historia (aunque a veces muy tangencialmente). "La delicadeza" nos cuenta la historia de Nathalie y François, la pareja perfecta, el matrimonio perfecto, la felicidad absoluta. Hasta que François muere atropellado por un coche. Nathalie se sume en una profunda tristeza durante meses hasta que decide volver al trabajo. Allí la espera su jefe, Charles, enamorado de ella desde hace tiempo, esperando su oportunidad. Charles tiene poco tino, para qué nos vamos a engañar, y se lleva un chasco cuando Nathalie le espeta que no le gusta nada en absoluto. 

Pasan los meses y Nathalie, un día, de pronto, besa a Markus, un sueco anodino que trabaja en su mismo equipo. Markus es prácticamente invisible: no destaca por nada, no está bueno, no es guapo, ni alto, ni sociable, es normal y corriente tirando a aburrido. Markus se ve sorprendido por este beso proveniente de una tía estupenda como Nathalie (en la película sobre el libro, la actriz Audrey Tatou hace de Nathalie) y quiere saber a qué se debe ese arrebato. Y no se conforma con la respuesta de Nathalie que dice no saber por qué lo ha hecho. Así comienza una relación entre ellos un tanto extraña, distinta. 

El tono y las formas me han recordado por momentos a Anna Gavalda. 

13 de marzo de 2015

El devorador de libros - Rebecca Makkai


Ian Drake es un niño de diez años que va a la biblioteca siempre que puede. Ian tiene una familia profundamente religiosa y una madre que no quiere que lea cosas tan terribles como Harry Potter, historias de Roald Dahl ni nada que tenga que ver con la teoría de la evolución de las especies.  De frente se topa con la bibliotecaria, Lucy Hull, incapaz de negarle al niño ningún libro (porque además, al parecer, eso atentaría contra la primera enmienda a la constitución de los Estados Unidos, la que preconiza que no habrá leyes que establezcan una religión oficial; y que hay libertad de religión y de expresión; tomen nota nuestros próceres patrios). Lucy proviene de padres rusos, no tiene pareja aunque sale con un tipo y deja que su vida transcurra entre libros de cuentos y talleres de origami.

Ian, además, es visto como homosexual por cuantas personas le conocen en el cole y en la biblioteca, razón por la cual sus padres le apuntan a una especie de cursillo para que se le pase, en algo parecido a una secta. 

El círculo viciado y opresivo de Ian se va estrechando entre unas cosas y otras, pues apenas puede leer nada ya que la canguro le vigila cuando no lo hace su madre. Así que Ian hace lo único que puede hacerse en esos casos: fugarse. Y se fuga a la biblioteca, donde lo encuentra Lucy, que decide, a su pesar, devolverlo a su casa. Pero la cosa se complica y acaban llegando a la frontera con Canadá en el estado de New Hampshire, 2.000 kilómetros más allá. En una huida en la que Lucy trata de sonsacar algo a Ian que la haga pensar que está haciendo bien. Es una escapada un tanto delirante a los ojos de cualquiera con dos dedos de frente. Ella misma se cuestiona lo que está haciendo, a dónde le va a llevar todo eso, cómo va a ser su vida después del secuestro de Ian. Porque aunque en realidad Lucy no le haya secuestrado, legalmente es un secuestro.

La resolución de la huida es un tanto macarrónica y difícil de creer, pero esta es una obra de ficción. Y aunque en muchos sentidos apoye los motivos que llevan a Lucy a escapar con Ian, no creo que sea tan fácil resolver un entuerto así. Aunque, como dice ella misma, 
En cambio, los libros... Sigo creyendo que los libros sí que pueden salvarte.

3 de marzo de 2015

La alumna - Alessia Gazzola


Alice Allevi es una residente de medicina forense en el Instituto de Medicina Legal de Roma. Es un puro despiste, negligente y un poco vaga en lo laboral, aunque el trabajo de forense le fascina. Es el último mono del Instituto, ella lo sabe y sus profesores también. 

Alice está presente en el momento de levantar el cadáver de Giulia, una muchacha toxicómana que aparece muerta en su casa y a la que Alice conoció de forma totalmente casual el día anterior. Todo apunta a una sobredosis de alguna droga, pero la autopsia y algunos detalles que apunta Alice indican que no, que la muerte se ha debido a un shock anafiláctico por una reacción alérgica al paracetamol, 

Giulia pertenece a una familia acomodada y rica de Roma, y el caso tiene su revuelo mediático. Alice se mete de forma personal en la investigación, implicándose demasiado. Al mismo tiempo, comienza una relación con un periodista macizorro, monísimo y encantador con el que sale y entra con frecuencia (sorprende: los del MIR no creo que tengan tanto tiempo libre; desde luego no lo tienen los residentes en Anatomía de Grey). Entre medias hay un desglose de bolsos de marca, zapatos de marca y vestidos de marca que me sobran bastante. 

Y Alice me desespera. A pesar de ser advertida de que su actitud ante el trabajo es nula y que tiene un plazo de tres meses para remontar si no quiere repetir curso, no hace ná de ná por tratar de mejorar su situación. Más bien al contrario, comete una metedura de pata tras otra, lo que no le proporciona precisamente buena fama. Y no es que esté mal que me desespere. Quiero decir que hay tantas protagonistas de libros que son mariperfectas que ésta es atípica. Pero es que a ratos parece rubia de lo tonta y a veces Cristiano Ronaldo de lo primitiva. 

No sé, es una mezcla entre Marian Keyes y una novela policíaca que no llega a negra. Una cosa rara.